Hoy, dia especialmente 'especial', una mezcla de sentimientos bastante raros.
Y es que entre madrugones y cambios horarios, el tiempo pasa y yo trato de seguir por la línea recta. El tiempo de espera es eterno en paradas de metro. Todo sigue igual pero de forma distinta, lo cual termina siempre despistando. Desconecto del ruido de los telediarios, me disfrazo de gente corriente. Las monedas pueden cambiarse, las vidas no, aunque sean más caras. El verano se marchó sin despedirse y desde un balcón esperamos una lluvia que limpie las heridas, o que al menos consiga un empate, ahora que jugamos en distintos bandos...
Y es que entre madrugones y cambios horarios, el tiempo pasa y yo trato de seguir por la línea recta. El tiempo de espera es eterno en paradas de metro. Todo sigue igual pero de forma distinta, lo cual termina siempre despistando. Desconecto del ruido de los telediarios, me disfrazo de gente corriente. Las monedas pueden cambiarse, las vidas no, aunque sean más caras. El verano se marchó sin despedirse y desde un balcón esperamos una lluvia que limpie las heridas, o que al menos consiga un empate, ahora que jugamos en distintos bandos...
Igual que un desayuno entre semana, o un recreo en el colegio. Una tormenta de verano, la felicidad de algunas noches, o tu voz en mi cabeza.
Tengo miedo a que todo sea fugaz. Despertar un día y volver a desandar todo lo andado. Olvidar lo aprendido. Quiero agarrarme a lo perdurable. Saber que todo se quedará. Cuando esté bien, claro. Que la felicidad vendrá para quedarse. Que no huya igual que un cobarde. No quiero más despedidas. Ya tuve suficiente. No quiero tener que volver a aceptar que no volveré a ver a alguien nunca más. Quiero que multen al tiempo por exceso de velocidad. Que algunos abrazos tengan duración indefinida.
No quiero más finales si no tienen pensado ser felices.
Tengo miedo a que todo sea fugaz. Despertar un día y volver a desandar todo lo andado. Olvidar lo aprendido. Quiero agarrarme a lo perdurable. Saber que todo se quedará. Cuando esté bien, claro. Que la felicidad vendrá para quedarse. Que no huya igual que un cobarde. No quiero más despedidas. Ya tuve suficiente. No quiero tener que volver a aceptar que no volveré a ver a alguien nunca más. Quiero que multen al tiempo por exceso de velocidad. Que algunos abrazos tengan duración indefinida.
No quiero más finales si no tienen pensado ser felices.
Y es que nos pasamos la mitad del día preocupándonos de cosas que, con certeza, nunca ocurrirán; y la otra mitad esperando a que la vida nos devuelva lo que esperamos o deseamos. La mayoría de las veces permanecemos inmóviles, esperando que se den las condiciones que creemos necesarias para actuar. Pero nadie te puede asegurar que ese momento llegará. Por tanto, si desfilamos por la vida esperando que los momentos buenos vengan a nosotros, puede que no lleguen. Cuanto menos, casi con total seguridad, no llegarán de la manera que lo deseamos.
Y es que a veces hay que destruirlo todo para poder volver a construir. Morirse un poco, y volver a nacer. El insomnio lleva mi nombre. Es inevitable andar en la cuerda floja cruzando puentes que no hay forma de cruzar. Inevitable. Igual que los espejismos en medio del desierto. Cuando hay sed, sólo se puede pensar en agua. Cuando no estás, sólo se puede pensar en ti. Es inevitable. Ya lo sabes. Y es que hay tantas cosas que quisiera decirte a tí, exclusivamente. Ahora mismo. Y con ahora me refiero a hace un rato, a dentro de un rato. Pero no puedo. Me he inventado una manera. Un plan absurdo, un propósito idiota que quizá algún día quieras ver. Es bonito, por lo menos. Pero además no tengo que guardarme nada. Y eso me tranquiliza.
Porque puede que sigas teniendo un plan de encaje. Puede que ya hayas abortado la operación si es que alguna vez existió. Eso no lo sé. No está en mis manos ni va a estarlo nunca, desgraciadamente. Está entero en tus manos y debe ser así.
Pero hacer un plan mientras tu proyecto se desarrolla o se desintegra sí. Eso sí está en mis manos. Y es bonito. Y me gusta.
Porque puede que sigas teniendo un plan de encaje. Puede que ya hayas abortado la operación si es que alguna vez existió. Eso no lo sé. No está en mis manos ni va a estarlo nunca, desgraciadamente. Está entero en tus manos y debe ser así.
Pero hacer un plan mientras tu proyecto se desarrolla o se desintegra sí. Eso sí está en mis manos. Y es bonito. Y me gusta.
Uf, ele profunda reflexión de lo que puede llegar a significar un día cualquiera de una vida cualquiera en un país sin nombre, en una ciudad perdida. Además con el transfondo de una historia (¿de amor?) que puede tener finales infinitos.
ResponderEliminarUn besote guapi!