monotonia

Volver felíz, sonriente, con la piel brillante y mucha ventaja respecto a una depresión otoñal que quizá este año tampoco me alcance. Tal vez debería dejar de decir que me deprimo en esta época. Después de todo hace muchos otoños que no pasa.
Porque todavía llevo los pies descalzos y los hombros desnudos, y esta mañana, al salir de casa cargada de nuevas responsabilidades, o quizá las mismas de siempre, me he chocado con una luna llena redonda y apetitosa, visible en el cielo ya casi totalmente amanecido.
Hasta la luna quiere que deje de pensar en la falta de luz y los días cortos. Por eso se cuelga de la esquina del cielo que se corta con la esquina de mi calle. Sólo falta eso, como siempre, en tus manos.
Futuro. Eso que no existe y que nos inventamos cada día. O nos inventan cada día. O nos inventamos con ayuda cada día...