Estoy segura, en las ciudades grandes se ve pasar el tiempo pero de puntillas. Por encima de las luces, de los tejados de las casas, por encima de los Lunes y de los Martes, de los días de fiesta.
Perdemos el norte la mayoría de las veces, perdemos el tren, el autobús, y vemos salir aviones que parecen que no van a volver nunca.
No te vayas a dormir esperando encontrar lo que buscas si ni siquiera sabes lo que es. En esta ciudad, lo que es, casi nunca es lo que parece y lo bueno es, que todos seguimos respirando, y comiendo y andando como si nada, por mucho que se rompan los platos, se inunden las calles, o te vayas. Yo solo quiero rozarte un Martes cualquiera y que te vuelvas a mirar y que luego cada uno siga su camino hasta que tengamos que encontrarnos. Lo leí una vez, tantos sitios a los que ir pero ninguno en los que quedarse. Subo, bajo, voy y vengo, al final todo el mundo vuelve, dentro de unos años, no importa, porque voy a seguir siendo yo y tu vas a seguir siendo tu , incluso más.
Seguro que también vas por los bares esperando encontrarte conmigo.
Una vez conocí a un chico que había decidido besar en todas partes menos en la boca, como el que decide fumar solo Cammel en vez de Marlboro , o volver nunca más a un sitio. Es raro lo del tiempo, porque hace acostumbrarte a las cosas, a los gestos, pero al final, por mucho que pese, también te acostumbras a que la gente se vaya, y parece que todo se te escapa de las manos, si lo piensas, dan ganas de salir corriendo , pero así es como funciona todo, no? Eres joven hasta que no lo eres, quieres hasta que dejas de querer, lo intentas y lo intentas, hasta que al final lloras hasta que terminas riéndote a carcajadas, y mientras, claro, el mundo gira.
Tampoco espero encontrarte cuanto antes, solo quiero andar. Sabes? yo también hubiera visto 43 puestas de sol contigo, pero déjame que me pierda, que te use, encuéntrame antes y a destiempo, es lo que mejor se nos da, nunca cuando tiene que ser.
En mis cuentos la princesa era feliz a ratos, pero comía siempre perdices, fuera o no fuera con un príncipe.
Deberían enseñar a reírse más en el colegio, deberían aprender a enseñar cómo se quiere para siempre, a no quedarse quieto si no se sabe a dónde ir. Deberías volver, voy a correr hacia atrás, como cuando rebobinas una frase que te gusta de cualquier película para escucharla otra vez, y voy a llorar tranquilamente comiendo palomitas si me da la gana. No pienso contar hasta 10 si quiero gritar.
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